Este ensayo es la transcripción de la charla relámpago presentada en el evento Shift The Power, organizado por el Global Fund Comunity Foundation en Bogotá del 05 al 07 de diciembre de 2023.
Por Juan Camilo Mira
Cuando se inicia una relación amorosa, así como en la novela de García Márquez, cuando la casa se llena de las mariposas amarillas del amor entre Renata y Aureliano, a uno lo ven con telescopio: mi cielo, mi sol, mi luna, mi astro. Al contrario, cuando se acaba el amor, lo miran a uno con un microscopio: gusano, bacteria, parásito, ameba. ¡BICHO!
Invisibles son los bichos que soportan la vida en el planeta, las algas que conforman el fitoplancton que producen el oxígeno del planeta, los hongos y bacterias que reciclan la materia orgánica y solubilizan los componentes básicos como el nitrógeno el fósforo y el potasio o hacen disponibles los microelementos. Son los recicladores primarios, son las bases, invisibles pero indispensables para la vida en el planeta.
También, esos bichos son básicos en nuestra vida diaria: con los bichos hacemos la cerveza, el vino y la chicha. Hacemos el queso, el yogur, el sowrcrowd, el pan, los huitlacoches y la penicilina. Sin los bichos no es posible digerir los alimentos. Nuestra calidad de vida depende en gran medida de esos bichos que llamamos flora intestinal. Para mí, el alma está en las tripas, en los intestinos, que es una simbiosis entre bichos y neuronas. Por eso es qué algunos nos dejamos crecer el alma después de los 40.
Y los bichos fueron invisibles hasta la invención del microscopio por allá en 1595. Sin embargo, a pesar de no saber quiénes eran las protagonistas, hacemos fermentados desde hace más de 5000 años.
Igual pasa con las formas de organización popular, son invisibles para la mayoría de indicadores económicos. Son casi imperceptibles para el Producto Interno Bruto, para los megaproyectos, para los planes de cambio climático y su reducción de emisiones, para las autoridades, para los medios de comunicación que solo muestran los goles, la moda y los muertos.
Por favor, mentalmente hagan su propia lista. Yo pongo algunos ejemplos: Son invisibles o casi imperceptibles:
La tienda de barrio que se sostiene con el patrimonio y el trabajo del o la tendera y su familia, que fueron el soporte de muchas familias en la pandemia y antes de la pandemia eran la manera de abastecerse a partir de la solidaridad. Por eso es que la tienda de barrio siempre permanece.
Las microempresas o los micronegocios que son el resultado del rebusque cuando el empleo formal escasea.
Los aportes de la mujer en lo doméstico. Invisibles porque su aporte no se contabiliza en la economía.
El aporte de los jóvenes en la resolución de conflictos o en la generación de conflictos como una manera de mantener viva la sociedad. Cuando los jóvenes se empoderan cambian las constituciones.
Los aportes de las organizaciones sociales a la economía, al desarrollo y a la justicia social. Un proyecto en el Fondo Emerger genera al menos tres empleos. Invisibles para las políticas ambientales o económicas.
El trabajo de las reservas privadas y los territorios colectivos en la conservación, la educación ambiental y el turismo de naturaleza. Invisibilizadas en los grandes negocios de carbono.
Los acueductos comunitarios y otras formas sociales de prestación de servicios públicos, invisibles en los subsidios y en la financiación.
La pesca sustentable de los pescadores artesanales que no aparecen en las estadísticas o los planes de exportación de comodities.
La agricultura familiar produce más de la mitad de la comida. Y nos amenazan: sin la agricultura industrial habrá hambre, pronostican, pero se pierden y desperdician cerca del 30% de alimentos cada año.
Son invisibles la minga, el tequio, la manovuelta, la guelaguetza, el convite.
Generalmente, este tipo de procesos comunitarios son vistos a través del microscopio desenfocado por los estereotipos y por la falta de información de calidad:
Es que los indios son…
Es que los negros son…
Es que los campesinos son…
Esos bichos se oponen al desarrollo…
El error más grande de la agricultura industrial es desconocer que el suelo es un organismo vivo y que se le puede llenar de químicos. Ahora, hablan de agricultura regenerativa. ¿Parece que ya entendieron? Pero lo mismo pasa con las bases sociales, muchos de los programas de desarrollo consideran el tejido social como un sustrato inerte que tiene que ser alimentado artificialmente por el dinero o la caridad.
Para responder a esta dinámica debemos hacer muchas cosas, yo propongo:
Debemos comunicar las historias que suceden todos los días. Hay que convertir esas historias de éxito en procesos transformadores.
Hay que reconocer y visibilizar el trabajo y el liderazgo, especialmente de las mujeres y los y las jóvenes.
También es necesario que revisemos la manera como nos relacionamos y la información que producimos. Tenemos que trabajar en conjunto, hacer plataformas como la alianza Fondos del Sur, como el Sistema de Iniciativas de Paz, como la Red Colaborar. Una levadura sola no logra hacer un vaso de chicha. Ella tiene que trabajar en grupo. Y es cuando se hacen poderosas. Su poder radica en su trabajo y en la cantidad de ellas. Por ello hay que promover la participación en esos procesos y su integración en alianzas, coaliciones, plataformas y grupos de trabajo.
Debemos trabajar para que nos vean con el telescopio bien enfocado. Debemos producir la información necesaria para que se visibilice el trabajo de las organizaciones sociales y su aporte al sustento de la sociedad, al igual que los bichos invisibles que soportan la vida del planeta. Porque esa simbiosis sociedad – naturaleza está amenazada por la guerra, por el consumismo, por la discriminación, por el dinero.
Tenemos que llenar el alma de la gente de mariposas amarillas, hay que generar empatía para que los y las defensoras ambientales puedan hacer su trabajo sin que los amenacen, debemos promover el tejido social de lo invisible para que sostenga sustentablemente el bienestar de todos y todas.